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Hígado graso y la importancia de cambiar hábitos

Jueves 20 de Agosto de 2020

Debido a las condiciones de vida de la época en la que nos encontramos, podemos ver que esta enfermedad se presenta con más frecuencia y a edades más tempranas.

El hígado graso es una patología muy frecuente en esta época en la que las condiciones sociales económicas, laborales y recreativas han cambiado: las personas son cada vez más sedentarias y las dietas más ricas en hidratos de carbono. Esto influye en que los factores metabólicos provoquen dentro del organismo en una gran cantidad de personas la patología que denominamos “hígado graso”.

¿Qué es el hígado graso?

Es una patología metabólica, es decir la alteración metabólica de los glúcidos, e implica el depósito de grasas triglicéridos en este órgano. Los principales factores de riesgo son el sobrepeso y la obesidad, así como también la Diabetes tipo 2.

Hace algunos años esta enfermedad se presentaba con mayor frecuencia en personas adultas, con exceso de peso y diabéticos. Sin embargo, actualmente puede verse en jóvenes y niños. Esto representa, sin dudas, un problema de salud pública muy complejo que debemos abordar profesionales e instituciones.

El diagnóstico

El primer método diagnóstico es la ecografía de abdomen, que forma parte de estudios de rutina y permite observar si hay presencia de grasa en el hígado. Para valorar la cantidad de esta habrá que recurrir a otros estudios, tales como una biopsia o una resonancia magnética. 

Al diagnosticar hígado graso es fundamental conocer si puede estar provocando hepatitis. Esto puede analizarse mediante estudios de laboratorio, en los que se observará si hay elevación de determinadas enzimas hepáticas (GOT y GPT). En el caso que esto suceda se deberán descartar todos aquellos factores que lo producen, tales como:

  • Hepatitis virales (C y B).
  • Alteraciones de depósitos de hierro.
  • Enfermedades autoinmunes.
  • Entre otras enfermedades que pueden provocar grasa en el hígado y ser el factor de este hígado graso. 

Descartado todo lo anterior se definirá considerar al consumo de alcohol como otro factor que puede influir en la presencia de aquella grasa. Aquí puede haber dos situaciones:

  • Si la persona no consume nada de alcohol o menos de 120 gramos por semana se denomina Esteatohepatitis No Alcohólica.
  • En cambio, si consume más de esta medida ya no es posible definirla como “no alcohólica”, ya que el alcohol es un factor que podría estar influyendo en la presencia de grasa en el hígado.

El cambio de conductas como pilar fundamental para el tratamiento de la enfermedad

Ante el diagnóstico, la única forma de disminuir la presencia de grasa en el hígado es bajar de peso. Sin embargo es importante remarcar que este descenso debe implicar una disminución entre el 8 y el 10% del peso corporal con el que ya contaba la persona diagnosticada. 

En este proceso lo más importante es poder adoptar nuevas conductas saludables y nuevos hábitos alimentarios. Pero, para poder realizar esto, primero necesario poder hacer una revisión de aquellas prácticas que han llevado a adoptar un estilo de vida que no es bueno para nuestra salud.

Resulta fundamental que este trabajo de retrospección sea llevado adelante en conjunto con un equipo de especialistas, en donde el paciente es el protagonista pero se encuentra acompañado por su médico y por un profesional de salud mental. El trabajo con un psicólogo es muy importante para que el abandono de aquellas conductas que llevaron a la enfermedad y la adopción de nuevos hábitos sean perdurables en el tiempo. De esta manera se previene volver a aquello que se busca modificar: alimentación inadecuada y falta de actividad física principalmente. 

Es fundamental hacer hincapié y tener siempre presente que el hígado graso es un problema de salud que puede en un futuro acarrear otras enfermedades más graves. Es muy importante comprender la magnitud del problema y concientizar a los pacientes sobre la importancia de buscar ayuda, motivarlo a que se involucre en el tratamiento y sea un actor real en la mejora de su enfermedad. 

El hígado graso, ¿se puede prevenir?

Si bien hay determinadas condiciones genéticas que pueden predisponer a algunas pocas personas a esta alteración metabólica, llevar adelante una alimentación saludable y realizar actividad física regular es la mejor manera de no tener depósitos de grasa en nuestro hígado.

En la prevención se recomienda, además, la realización de un control anual de salud. Ante factores de riesgo, como diabetes, hipertensión arterial, obesidad o antecedentes de dislipemia o diabetes familiar, deben realizarse también los controles correspondientes. 

¡La prevención no debe ser solo individual! Recordemos siempre que los más pequeños miran y aprenden aquello que realizan los adultos.  

El trabajo emocional, otro pilar de tratamiento y prevención

Trabajar con nuestras emociones implica poder contar con herramientas que nos permitan conducirnos en la vida con mayor contención para enfrentar los problemas sin afectar nuestra salud y nuestra calidad de vida. Adquirir entonces estas herramientas conlleva un aprendizaje que será beneficios para cada uno pero que también debemos transmitirlo a las nuevas generaciones.

El buen manejo de nuestras emociones nos permite adoptar un estilo de vida saludable, una nueva perspectiva desde la que los problemas se verán diferentes. Esto se reflejará en conductas que generen una mejor salud y menos posibilidades de desarrollar distintas enfermedades, siendo posible de mantenerlas en el largo plazo.

Fuente
Dr. Martín Barrabino | Jefe de la Unidad de Hígado
Hospital Privado Universitario de Córdoba