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Cefalea: un mal cotidiano

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La cefalea es un trastorno muy frecuente y uno de los dolores más comunes de las personas. Si bien generalmente no refleja problemas graves de salud, sin lugar a dudas, genera angustia y preocupación en quienes lo padecen, ya que la intensidad y frecuencia del dolor, suele interferir en sus actividades diarias.

Específicamente, el término cefalea hace referencia a los dolores y molestias localizadas en cualquier parte de la cabeza, en los tejidos de la cavidad craneana y en los músculos y vasos sanguíneos que rodean el cuero cabelludo, la cara y el cuello. Esto significa que el malestar puede localizarse en sólo una parte de la cabeza, o afectarla de forma más general.

Existen distintos tipos de cefaleas que responden a su vez a un amplio abanico de causas. Esto influye en distintas características del dolor como su localización, intensidad, frecuencia y duración; y también en otras alteraciones que puede provocar en el organismo. Además de estas particulares, influye la impresión particular con que cada persona describe el dolor, por eso, es importante saber distinguir cuándo un dolor de cabeza no es más que una molestia pasajera y cuándo puede ser algo más y requerir tratamiento médico. 

Las cefaleas más comunes son: migrañas y las cefaleas de tensión 

Cefalea Tensional

  • El dolor se presenta en toda la cabeza de manera regular, opresiva y con intensidad moderada.
  • Se siente malestar y rigidez en hombros, cuello y mandíbula. 
  • Es provocada por la tensión existente en los músculos del cuello y la cabeza
  • Puede darse por estrés, ansiedad, depresión, problemas posturales o contracturas musculares. 
  • El dolor no empeora con la actividad física y no impide el desarrollo de las actividades cotidianas. 

Migrañas

  • El dolor suele a comenzar en un lado de la cabeza y propagarse hacia el resto.
  • Se caracteriza por ser pulsátil o palpitante
  • Pueden sentir hormigueos, mareos, sensibilidad a la luz, al ruido y a los olores fuertes, náuseas y vómitos.
  • Las personas experimentan síntomas que funcionan como una especie de aviso antes de que inicie el dolor: visión borrosa, ver puntos negros o brillantes, luces centelleantes, líneas quebradas. A su vez, puede sentir escalofríos, irritabilidad, fatiga, náuseas.
  • El dolor generalmente empeora con el traslado de un lugar hacia otro y puede agravarse con la  actividad física.  

Existen otros tipos de dolores menos frecuentes como la cefalea crónica diaria, la sinusal y la cefalea en racimos. La cefalea crónica diaria se caracteriza por la frecuencia del dolor y en la mayoría de los casos se trata de pacientes que previamente han presentado migraña o cefalea de tensión. Esta situación también está asociada a un elevado consumo de analgésicos, habitualmente consumidos sin prescripción médica. 

Las cefaleas sinusales se deben a la inflamación en los conductos de los senos paranasales, que están ubicados detrás de las mejillas, la nariz y los ojos. El dolor se ubica en la parte frontal de la cabeza y la cara y tiende a empeorar cuando uno se inclina hacia adelante. Este tipo de dolor suele ocurrir ante resfriados, gripe, fiebre o síndrome premenstrual.

Por último, la cefalea en brotes se distingue por la intensidad y periodicidad del dolor. Son episodios de malestar agudo, que tienden a presentarse varias veces al día durante meses y luego desaparecen por un período de tiempo similar.

¿Cómo se diagnostica este malestar?

El diagnóstico se realiza a partir de un análisis de los antecedentes del dolor. De esta manera, el médico tendrá en cuenta en primer lugar aspectos como el sexo, la edad, antecedentes familiares, hábitos, actividad diaria. Luego, analizará el tipo de dolor, su duración, periodicidad, en qué momentos aparece y cómo se va. Asimismo, tendrá en cuenta su localización, intensidad y otros síntomas asociados.

Este análisis es acompañado de un examen físico, y en caso que los síntomas lo requieran, de estudios complementarios como tomografías computarizadas, resonancias magnéticas de cerebro, estudios oftalmológicos, radiografías o punción lumbar.

En ocasiones, suele ser útil que el paciente lleve un registro de los episodios dolorosos, que lo ayude a determinar un patrón. Esta especie de diario debe contener información sobre la fecha y hora de los episodios, los alimentos consumidos previamente, el tiempo de descanso, las actividades previas a su aparición, duración, cómo lo detuvo.

En la mayoría de los casos, la cefalea no refleja problemas más graves, sin embargo, en algunas ocasiones puede ser el indicador de procesos agudos como hemorragias, lesiones o infecciones. Por lo tanto, hay que estar atentos a distintos signos como cambios en el patrón o en la naturaleza del dolor. Entre estos signos pueden mencionarse el inicio súbito y explosivo del dolor, su persistencia y aumento gradual y el estar acompañados de mala pronunciación, cambios en la visión, pérdida del equilibrio, confusión.