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VolverEpilepsia: una enfermedad neurológica frecuente
La epilepsia es uno de los trastornos neurológicos más comunes. Se trata de una condición cerebral crónica, caracterizada por convulsiones a repetición, que puede aparecer en cualquier momento de la vida.
Esta afección suele presentarse a cualquier edad, tiende a aparecer en la infancia o en la adolescencia tardía, pero la incidencia aumenta nuevamente después de los 65 años de edad.
Se estima que el 70% de las personas con Epilepsia responden a medicaciones anticonvulsivantes.
Causas y síntomas de alerta
Las causas varían según el tipo de epilepsia. Pudiendo ser por:
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Estructurales.
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Genéticamente determinadas.
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Inmunológicas.
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Infecciosas.
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Metabólicas.
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Orígenes desconocidos.
Tipos de crisis
Los episodios de crisis ocurren cuando las neuronas descargan en forma anormal.
En el mayor de los casos, aparecen de forma súbita e inesperada. Suelen ser breves, durando unos segundos o minutos.
Muchas personas tienen una crisis única en algún momento de su vida, pero eso no constituye epilepsia. Si un individuo repite dos o más crisis debido a una alteración intrínseca del cerebro, entonces es adecuado utilizar el término epilepsia.
Existen dos tipos fundamentales de crisis epilépticas:
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Generalizadas: la descarga afecta a ambos hemisferios. Las más llamativas son las convulsiones, crisis tónico-clónicas generalizadas, donde la persona pierde la conciencia, se pone rígida y comienza a sacudirse.
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Focales: la descarga comienza en una zona particular del cerebro y que, en ocasiones, se propaga por el resto de la corteza. Estas pueden mostrarse de forma muy variable: la persona puede tener movimientos automáticos, otros pueden tener solo movimientos bruscos, o bien pueden sentir por segundos un gusto diferente, o percibir un sonido inexistente, o ver las cosas con colores o formas diferentes, deja vu.
¿Cómo actuar ante una crisis de epilepsia?
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Mantener la calma.
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No tratar de contener a la persona o sus movimientos. No forzar para abrir la boca, ni poner ningún objeto duro, ya que la persona podría ahogarse o hacerse daño.
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De ser posible, tomar el tiempo de la convulsión
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Desalojar el área de objetos duros o peligrosos para evitar que la persona se golpee o dañe.
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Si la persona que sufre la crisis usa anteojos, quitarlos.
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Aflojar la ropa que lleva la persona alrededor del cuello y la cabeza.
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Colocar a la persona de costado para facilitar su respiración y mantener las vías aéreas libres y que la saliva caiga de su boca.
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Poner algo plano y suave bajo de su cabeza.
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No intente dar respiración artificial, excepto que la persona dejara de respirar al término de la crisis.
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Permanecer hasta que la crisis haya terminado naturalmente, asegurándose de que vuelva la conciencia.
Prevención
De acuerdo a datos oficiales de la Organización Mundial de la Salud, se estima que el 25% de los casos de epilepsia son potencialmente prevenibles.
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La prevención de los traumatismos craneales, por ejemplo, reduciendo las caídas, los accidentes de tránsito y las lesiones derivadas de la práctica del deporte, es la forma más eficaz de evitar la epilepsia postraumática.
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Una atención perinatal adecuada puede reducir los nuevos casos de epilepsia causados por lesiones durante el parto.
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La administración de medicamentos y otros métodos para bajar la temperatura corporal de un niño afiebrado pueden reducir las probabilidades de convulsiones febriles.
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La prevención de la epilepsia asociada a accidentes cerebrovasculares se centra en la reducción de los factores de riesgo cardiovascular, por ejemplo, a través de medidas de prevención o control de la hipertensión arterial, la diabetes y la obesidad, y la evitación del tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol.
El abordaje de la enfermedad
Diagnósticos
Es fundamental el interrogatorio sobre antecedentes y características de las crisis. Algunos de los estudios que deben realizarse son:
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Electroencefalograma, mide la actividad eléctrica cerebral para identificar las descargas eléctricas anormales.
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Resonancia magnética, para descartar cualquier lesión intracerebral.
Lo fundamental es asegurarse que el paciente tiene diagnóstico de epilepsia antes de comenzar cualquier tratamiento antiepiléptico. El éxito depende de muchos factores: el tipo de epilepsia, el correcto diagnóstico y elección del tratamiento, y el cumplimiento del mismo por parte del paciente.
Tratamientos de la Epilpesia
Los fármacos utilizados en el tratamiento de la epilepsia tienen por objeto controlar las crisis.
En otros casos, es necesario acudir a la cirugía, pudiendo extirparse total o parcial la lesión focal o el tejido anormal del cerebro responsable de las crisis y ser potencialmente curativo.
Otra opción es la implantación de un estimulador del nervio vago: debajo de la piel, a la altura de la clavícula, se implanta un generador de impulsos del que parten unos cables que terminan en unos electrodos que se aplican al nervio vago a nivel del cuello. La eficacia en reducir las crisis es más marcada después de un tiempo prolongado de uso.
La estimulación cerebral profunda es otra alternativa terapéutica que puede ser eficaz para el tratamiento de la epilepsia resistente a fármacos. Está indicada en un grupo particular de pacientes, y consiste en la implantación de un electrodo en el cerebro puede producir un gran impacto positivo en la calidad de vida de los pacientes y favorecer a la disminución del número de crisis.
Otra alternativa es la dieta cetogénica indicada en epilepsias refractarias, sobre todo en niños. Se trata de una alimentación alta en grasas, adecuada en proteínas y baja en hidratos de carbono.
Epilepsia en las mujeres
Algunos medicamentos para tratar la epilepsia aceleran el metabolismo de las hormonas contenidas de los anticonceptivos orales, disminuyendo su eficacia y pudiendo dar como resultado un embarazo no planeado.
Si bien la posibilidad de malformaciones congénitas asociadas a las medicaciones es entre dos y tres veces mayor que en las mujeres que no tengan epilepsia es más importante un buen control de las crisis, por lo tanto la planificación permite adecuar la medicación para minimizar los riesgos. Todas aquellas mujeres con epilepsia que deseen amamantar, pueden hacerlo sin dificultad.
Fuente: Dra. Ana Paula Cortés, Miembro del servicio de Neurología en Hospital Privado Universitario de Córdoba.
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