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Volver¿Cómo reducir el consumo de sal?
La producción creciente de alimentos elaborados es cada vez más numerosa, la rápida urbanización y la evolución de los modos de vida están modificando los hábitos alimentarios.
Las comidas muy elaboradas son cada vez más corrientes y accesibles. Las poblaciones del mundo entero consumen alimentos más ricos en energía que contienen muchas grasas saturadas, ácidos grasos trans, azúcar y sal. Esta última es la fuente principal de sodio, cuyo creciente consumo se asocia a la hipertensión y a un mayor riesgo de cardiopatías, infartos, insuficiencia renal y accidentes cerebrovasculares. En Argentina, el consumo promedio de sal diario es de 11 gramos por habitante, cuando la recomendación de la Organización Mundial de la Salud para adultos es de 5 gramos (un poco menos que una cucharadita de té) de sal por día.
El sodio se encuentra en estado natural en diversos alimentos no procesados. Pero está presente en grandes cantidades en alimentos elaborados, como el pan, galletas, fiambres, embutidos, productos de copetín (papas fritas, palitos saldos, chizitos, etc.), productos enlatados, caldos y sopas concentradas, así como en ciertos condimentos o aderezos comerciales (salsa de soja o de pescado, mostaza, mayonesa, etc.) y aditivos alimentarios (glutamato de sodio). Por eso resulta sumamente importante promover hábitos alimentarios saludables, que estimulen el bajo consumo de sal.
En cada hogar se puede reducir el consumo de sal de la siguiente manera:
- Evitar colocar sal durante la preparación y/o cocción de los alimentos. Se recomienda agregarla una vez que estén cocinados los mismos.
- Evitar colocar los saleros en la mesa.
- Limitar el consumo de tentempiés y/o snacks salados.
- Escoger productos etiquetados como bajos en sodio.
- Reducir gradualmente la cantidad de sal que se agrega a las comidas, de manera que las papilas gustativas se vayan habituando a la disminución de la sal y uno acabe apreciando más los alimentos y la amplia gama de sabores presentes en ellos.
- Sustituir la sal por especias aromáticas (romero, orégano, perejil, albahaca, etc.), limón, pimienta, nuez moscada, ajo, clavo de olor, ají, canela y/o vainilla ya que darán gusto y potenciarán el sabor de los alimentos.
- Preferir la cocción al vapor o al papillote, ya que permite conservar mejor el gusto de los alimentos que otras cocciones (por ej. hervido) donde gran parte de los nutrientes pasan al agua de ebullición sufriendo pérdidas del propio sabor.
- Controlar y reducir el consumo de sal desde la edad infantil, ya que el gusto por la sal se adquiere y es posible educarlo, de tal forma que si desde la infancia promovemos el consumo de alimentos menos salados en la etapa adulta se harán elecciones de alimentos con menos sal.
Fuentes:
Lic. Lucía Fernández
Servicio de Alimentación